La paz financiera no es la adquisición de cosas. Se trata de aprender a vivir con menos de lo que ganas. Con el dinero que tengas de más, podrás invertir. Dave Ramsey
Convertirse en inversionista puede causar estrés y miedo para muchas. Sin embargo, para las pequeñas o medianas ahorradoras que quieren evitar que su dinero disminuya con el tiempo en lugar de generar ganancias, resulta primordial conocer las alternativas que se ajustan a sus necesidades e incluso a su personalidad.
Iniciarse en las inversiones puede requerir de mucha investigación, tiempo y, a veces, el contar con mucha información puede causar confusión, es por ello que, basada en mi experiencia profesional como especialista en finanzas, comparto una guía sencilla para triunfar en el mundo de las finanzas.
Lo primero que se debe saber es que un fondo de inversión es un instrumento a través del cual un grupo de personas juntan sus recursos para adquirir activos que de manera individual no podrían comprar. Existen fondos de “renta variable” (acciones), “renta fija” (bonos) y mixtos, aunque puede haber muchos otros tipos de fondos, por ejemplo: monedas, metales, futuros, etc. Las combinaciones son prácticamente infinitas.
Sin embargo, los más comunes son los denominados “de deuda” y “renta variable”. Los primeros invierten en papeles de deuda gubernamental o de empresas locales o extranjeras, mientras los segundos invierten también en acciones de empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) o bolsas internacionales.
Conoce situación financiera: Necesitas saber cuáles son tus fuentes de ingresos (sueldo, bonos, intereses por cuentas de ahorro bancarias, trabajos freelance, etcétera), cuánto percibes cada mes y qué ingresos son eventuales. El siguiente paso es definir cuáles son tus gastos corrientes y compromisos financieros. La diferencia entre ingresos y gastos determina tu capacidad de ahorro e inversión.
Plantea objetivos financieros y el plazo para alcanzarlos (retiro, vacaciones, casa, educación de los hijos, negocio, etcétera). Corto plazo implica un periodo máximo de dos años; mediano plazo es hasta cinco años; y largo plazo, más de cinco años.
Identifica el tipo de inversionista que eres. Es decir, qué nivel de tolerancia al riesgo manejas. Para saberlo toma en cuenta edad, ingresos, objetivos financieros y plazo para concretarlos. Si tu nivel de tolerancia al riesgo es bajo, tu perfil de inversionista es conservador; si es medio, es moderado; y, si es elevado, tienes un perfil agresivo.
Selecciona los instrumentos. Tómate tu tiempo, compara las distintas alternativas de inversión que existen en el mercado hasta encontrar la que mejor se ajuste a tu perfil y objetivos financieros. Nunca inviertas en instrumentos que no entiendas.
Diversifica. Para cada objetivo financiero puedes manejar una mezcla de instrumentos, así, compensarás las posibles pérdidas de unos con las ganancias de otros.
Busca el consejo de los expertos. La tarea del asesor es ofrecerte diversas opciones considerando tu perfil y objetivos financieros, pero al final, la decisión de qué comprar y cuándo vender es exclusivamente tuya.
Analiza y compara. Es importante que consideres las comisiones que aplican las entidades financieras pues inciden directamente en la rentabilidad de tu inversión.
El tiempo que mantengas una inversión se reflejará directamente en el monto que logres acumular al final del plazo que hayas establecido, al igual que el monto de las aportaciones y la rentabilidad de los instrumentos que hayas elegido.
Por último, te recuerdo planear tus inversiones, seleccionar los instrumentos, informarte y asesorarte adecuadamente; de esta manera, empezarás a ver crecer tu capital para alcanzar tus metas sin correr riesgos innecesarios. Actualmente existen páginas como Womento o Hablemos de Dinero, en las que podrás encontrar información actualizada, asesoría y tips para aprender a reconocer tus capacidades y poner en marcha acciones que te ayuden a alcanzar tus metas.
Por: María Angélica Marín Vicepresidenta de Finanzas de Skandia México