A pesar de que México experimenta una alta actividad sísmica, el porcentaje de viviendas aseguradas es bajo. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), sólo el 6.5% de los hogares en el país cuenta con una póliza de seguro por riesgo catastrófico.
Sin embargo, los sismos del pasado han demostrado la importancia de contar con un seguro. Tras el terremoto de 2017, cerca de 250 mil personas perdieron su hogar y más de 130 mil viviendas tuvieron daños severos.
EL DATO: A consecuencia de los sismos de septiembre de 2017, las aseguradoras pagaron un total de 32 mil millones de pesos por indemnizaciones.
Según los especialistas, actualmente el sector asegurador está integrando modelos avanzados para la predicción de riesgos climáticos que consideran el impacto de los desastres naturales. A diferencia de los métodos tradicionales basados únicamente en datos históricos, las soluciones modernas emplean analítica avanzada y modelos de circulación global para simular la evolución del clima y estimar riesgos futuros con mayor precisión. Estos avances permiten calcular el impacto económico potencial en bienes y negocios, utilizando datos locales en tiempo real, como imágenes satelitales y sensores conectados, para tomar decisiones más informadas y específicas.
En este sentido, compañías aseguradoras como MAPFRE, se enfocan en monitorizar estos eventos para ajustar las coberturas de manera precisa. Esta vigilancia continua permite adaptar las soluciones aseguradoras a las necesidades inmediatas de protección.
Como ves, contar con un seguro de daños no solo facilita el proceso de recuperación, sino que también alivia la carga económica de las familias afectadas. Sin embargo, el reto en México está en generar conciencia sobre la importancia de adquirir una cobertura que, aunque puede verse como un gasto innecesario, puede ser clave para garantizar estabilidad financiera en una emergencia.