A medida que el mundo es testigo de una revolución digital y las personas llevan una vida más tecnológica que antes, los productos y servicios en el mercado también evolucionan. La forma en que se hacía la banca hace 10 años, involucrando procesos complejos y largos; a la facilidad y rapidez con que se hace hoy, tiene una diferencia enorme.
La pandemia de Covid-19 provocó un impulso digital en el sector financiero nacional y mundial. A medida que los clientes comenzaron a depender en gran medida de los servicios en línea para minimizar las interacciones físicas, la industria bancaria también recurrió a innovar sus servicios como un movimiento para satisfacer las necesidades de sus clientes.
A pesar de esto, en México prevalecen barreras que restringen la inclusión financiera de una buena parte de la población: ingresos insuficientes, desconfianza en el sector bancario, altas tasas de interés, así como la falta de infraestructura bancaria y de productos dirigidos a segmentos de menores ingresos. Estos factores inciden en que solo un 36.9 % de adultos del país, tenga acceso a una cuenta en alguna institución financiera formal, mientras que en países como Kenia este asciende a casi el 85 por ciento.
Una opción para atender esta situación, es la irrupción de la Banca Digital en el sector financiero. La nueva ola de innovación permite profundizar y mejorar la inclusión financiera: además de dar una mejor atención a la población que tiene una cuenta bancaria, las entidades usan la digitalización para atender la población excluida o sub-atendida.
El acceso a la banca digital abriría nuevas posibilidades para segmentos desatendidos y excluidos de la población permitiendo mejorar la inclusión financiera y reducir la brecha de la pobreza a la par de promover el emprendimiento. A través de este avance digital se abre también a la oportunidad de impulsar temas relacionados a la toma de mejores decisiones de los usuarios.
Lograr que la población cuente con mejores conocimientos y habilidades para usar los productos y servicios del sistema financiero permitirá una inclusión social más amplia. De esa manera los productos financieros se convierten en un aliado para seguir creciendo y apoyar en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
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