En México y en el mundo el desarrollo de soluciones por parte de las Fintech ha promovido una mayor inclusión financiera, sin embargo, todavía existen barreras debido a la desconfianza de ciertos sectores de la población hacia los productos y servicios financieros digitales.
A pesar de que México cerró el 2023 con más de 82 millones de cuentas bancarias digitales, de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), aún existe un segmento significativo de usuarios que, a pesar de disponer de este tipo de herramientas, optan por realizar sus transacciones en efectivo.
En este sentido, las Fintech han crecido de manera importante ofreciendo soluciones alternativas que facilitan las transacciones en efectivo a los cash-by-choice o usuarios de "efectivo por elección". Entre estas soluciones, destacan tres por su impacto:
Sub-bancarizados: Son aquellos que tienen una cuenta bancaria en la que reciben mensualmente salarios, transferencias familiares, pensiones o programas sociales, pero prefieren retirar todos sus fondos a principios de mes y operar exclusivamente en efectivo. Estas personas en su mayoría no tienen acceso a créditos ni préstamos.
Bancarizados-bajo-perfil: Usuarios que eligen vivir mayormente en efectivo. Esta población tiene una cuenta activa, pero busca usarla lo menos posible, utilizando el medio de pago sólo para suscripciones, pagos internacionales, beneficios, descuentos o pagos a meses sin intereses.
Consumidores cash-by-choice o usuarios de "efectivo por elección": Son aquellos que pueden tener acceso o incluso poseer una cuenta bancaria, pero, según la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC), eligen no usarla o usarla lo menos posible por una serie de razones de confianza, privacidad, control financiero, culturales y de valores.
En conclusión, el auge de las soluciones Fintech, como el Bitcoin y las tarjetas prepagas, entre otras, está redefiniendo el panorama financiero global. Sin embargo, el proceso hacia una inclusión financiera aún enfrenta obstáculos significativos. Para avanzar hacia una inclusión efectiva, es fundamental que las nuevas tecnologías financieras continúen abordando estos desafíos y ofrezcan alternativas accesibles para todos.